El zinc es un mineral nutricional esencial para muchas funciones biológicas en nuestro organismo.
Es necesario para el correcto funcionamiento de muchas enzimas que catalizan reacciones químicas vitales. Además, estabiliza la estructura de muchas proteínas, algunas de las cuales también intervienen en la expresión de genes.
La deficiencia de zinc adquirida se debe principalmente a síndromes de malabsorción y alcoholismo crónico.
La ingesta adecuada de zinc es esencial para mantener la integridad del sistema inmunitario, específicamente para el desarrollo normal y la función de las células que median las respuestas inmunes innatas (neutrófilos, macrófagos, y células natural killer) y adaptativas (linfocitos).
La deficiencia de zinc dietético se ha asociado con deterioro de crecimiento y desarrollo en niños, complicaciones del embarazo, y disfunción inmune con una mayor susceptibilidad a infecciones.
Alimentos con niveles más altos de zinc.
Los alimentos en los que encontramos niveles más altos de zinc disponible son: carne, huevos y mariscos.
El zinc es menos biodisponible en granos enteros y legumbres debido a su alto contenido en fitato que inhibe la absorción de zinc.
Ingesta diaria recomendada
La ingesta diaria recomendada para hombres y mujeres adultos es de 11 mg/día y 8 mg/día de zinc, respectivamente.
La evidencia actual sugiere que el zinc suplementario puede ser útil en el tratamiento de patologías infecciosas así como en condiciones crónicas, tales como la degeneración macular relacionada con la edad, la diabetes mellitus, y algunas enfermedades autoinmunes.
En el campo de la dermatología, algunas publicaciones sugieren la contribución del zinc en la mejoría de pacientes con alopecia areata, acné, dermatitis seborreica, así como pacientes con úlceras crónicas, entre otras.
Son necesarios estudios de mayor envergadura para consolidar estas observaciones.