El acné es una condición que afecta fundamentalmente a personas en la pubertad o adolescencia, aunque puede darse en edades más avanzadas. En la adolescencia afecta predominantemente a varones, mientras que a partir de los 20 años es más frecuente en mujeres. Se presenta fundamentalmente en la cara, pecho y espalda. Hay muchos tipos de acné pero de forma general se divide en acné juvenil (típico de la pubertad) y acné de la edad adulta, más frecuente en mujeres.
Esta dermatosis afecta las regiones de la piel con las poblaciones más densas de folículos sebáceos que incluyen la cara, la región preesternal y la parte superior del dorso. La patogénesis del acné se explica por los siguientes mecanismos:
- Aumento del tamaño las glándulas sebáceas con aumento en la producción de sebo.
- La formación de “tapones” por hiperqueratinización de los conductos pilosebáceos, que darán lugar a los famosos microcomedones (puntos blancos y negros), siendo este proceso estimulado por hormonas (andrógenos principalmente, entre otras).
- La colonización del folículo por una bacteria denominada Propionibacterium acnes.
- La inflamación dérmica alrededor de la glándula sebácea.
Actualmente se sabe que se trata de una dermatosis donde confluyen múltiples factores (que influyen en cada paciente de forma diferente). Algunos de estos factores son de naturaleza neuroendocrina, otros relacionados con el estrés, la dieta o los hábitos de higiene, y es importante conocerlos mejor para obtener los mejores resultados a largo plazo.
La piel es el blanco de gran cantidad de mensajeros químicos, entre los que se incluyen numerosas hormonas. Entre las más importantes en relación al acné se encuentran los andrógenos, que desempeñan un papel esencial aumentando el tamaño de las glándulas sebáceas y estimulando la producción de sebo, así como la proliferación de queratinocitos en el conducto de la glándula sebácea. Esta es la razón por la que la pubertad es la etapa en la que se presenta un mayor riesgo de acné. Del mismo modo, también las mujeres con síndrome del ovario poliquístico (asociado a aumento de andrógenos en sangre habitualmente) presentan mayor tendencia acnéica en diversos grados.
Además, en los últimos años se ha sugerido una posible relación entre el acné y la resistencia a la insulina tras observarse un incremento en la evidencia que apoya la interacción de hormonas como insulina, factor de crecimiento de insulina tipo 1 y hormona del crecimiento en la patogénesis del acné, por su influencia adrenal y gonadal en el metabolismo de los andrógenos.
En esta línea, hay reportes recientes que apuntan hacia una mayor incidencia de acné cuando las concentraciones del factor de crecimiento insulínico 1 están altas, en mujeres adultas y en hombres jóvenes. La detección precoz de un paciente con resistencia a la insulina es esencial para la evitar consecuencias metabólicas serias, como obesidad central, hiperlipidemia, inicio temprano de diabetes tipo 2 y mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares a largo plazo.
Por último y no menos importante, se habla mucho sobre la relación entre dieta y acné. Lo cierto es que la evidencia muestra que dietas ricas en hidratos de carbono de alto índice glicémico (arroz blanco, pan de trigo blanco, patata, azúcares, etc..) pueden contribuir a empeorar el control de esta enfermedad.
Así es que ya sabéis un poco más de este frecuente problema, para poder tratarlo desde todos sus frentes!!
3 comentarios en «Acné: Algo más que un problema de piel»